ES HORA DE PENSAR EN CANELONES
En Montevideo se ha gestado, por fin, un loable plan que pretende erigirse en “clave de departamento” –por encima de divisas- aunque frontalmente opuesto a lo que el FA ha establecido en casi un cuarto de siglo para los montevideanos. Las claras y patentes muestras de desgobierno comunal han estado a la vista de todo el país.
En fin, cuestiones montevideanas han de ser resueltas por montevideanos. A mí, incluido en una inmensa mayoría de canarios (o canelonenses), sentimos que en este, nuestro departamento, a casi 2 años de las elecciones departamentales, no se habla ni de candidaturas ni, mucho menos, programas de gobierno para Canelones.
¿Qué nos pasa? ¿Pensamos en Canelones? O, solamente en unas cuantas bancas al Parlamento o, a lo sumo, en una decena de líneas de ediles a la Junta Departamental y media docena de Municipios. A alguno de nosotros, con la mano en el corazón: ¿se le ha planteado el legítimo desafío nacionalista de conquistar la máxima magistratura departamental? Hay que invertir el plato, debemos proyectarnos en “clave de Canelones” y desde allí, hacia lo nacional.
Canelones es lo suficiente grande, no sólo geográfica, económica o demográficamente, como para darle atención recién en una segunda o postrera instancia electoral. Debemos ser conscientes de que lo político, la sustancia del quehacer público, no es otra cosa que el velar por el bienestar del vecino, del contribuyente, de quien en definitiva erige con su esfuerzo –personal o colectivo- el desarrollo de Canelones. Encarar, en coincidencia con otros sectores políticos (incluida la sociedad civil), temas vitales para el departamento lleva a la necesidad de establecer un plan, un programa cuyo denominador común sea consolidar al departamento en sus avances, vencer sus debilidades o suplir las deficiencias -que en casi ocho años de gobierno de izquierda- se han mostrado a diestra y siniestra. Enumerar, aquí y ahora, implicaría un recorte a una larga lista de demandas de los canarios.
Demandas que, sin dudas, serán puestas a consideración de ese conjunto de instituciones partidarios y canarios de buena voluntad, que –al cerrar un decenio de gobierno del FA en Canelones- pujarán por imprimirle un golpe de timón a una administración que sigue llenando las oficinas comunales de funcionarios, y no “pone el hombro” en el quehacer sustancial de su ámbito de trabajo: gestión ambiental (recolección de residuos, parques y paseos, por ej.,); obras públicas (caminería rural, calles, etc.-); cambios en la concepción tributaria departamental (dentro de las competencias constitucionales), darle un grado de autonomía financiera de municipios como Ciudad de la Costa, Pando, Las Piedras, etc.
El Partido Nacional sólo no logra superar la cota de los cien mil votos en una instancia electoral, sí desde ahora, o mejor aún…desde ayer, no empieza a generar una dinámica interna que comprometa seriamente sus estamentos orgánicos, en la dirección del destino nacionalista en Canelones. No son saludables las autoproclamas de candidaturas que nacen de los despachos del Parlamento Nacional; es desde aquí, desde esta tierra y con sus actores políticos y sociales, opinando, incidiendo y resolviendo colectivamente. Es desde el pie la acción, y no desde las cúpulas.
Hay mucho por hacer, Canelones está adormecido; requiere de una inyección de esperanza que aliente la conjunción en ideas y acción, de cuya sumatoria suponga la construcción de un modelo alternativo al FA; bien distante, por tanto, del discurso y la anunciación, y más cerca de lo que una inmensa mayoría clama y reclama: un basta a las buenas intenciones, un límite al “sí fácil” de las autoridades que refrendan proyectos y no los ejecutan, es hora pues, de reivindicar aquello de que “LA UNIÓN NOS HARÁ FUERZA”. He ahí el triunfo de los desvelos de Canelones.
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