La beatificación de Pepe: un rumbo hacia el sistema de partido único
Parece que la decencia, la calidad de buen gobernante y, sobre todo, la honestidad en el Uruguay, tiene la grifa de un conglomerado político, el Frente Amplio. Todo lo que esté por fuera, es malo, visceralmente corrupto (o corruptible).
La corrupción o la malicia del gobernante, tiene una vinculación genética –para el dirigente frenteamplista- todo aquel que haya heredado ciertos principios históricos, en lo político-partidario, es bueno o malo, según a que partido político pertenezca o vote; pues, realmente al leer la última columna del Senador José Mujica en www.pepetalcuales.com.uy acerca de “La Honestidad que nadie defiende”, pensé que estaba leyendo un fragmento evangélico, ungido por la santidad del Senador Pepe.
No es de extrañar que, se ruegue por parte de algún grupúsculo, respecto de la beatificación del candidato oficialista, Don José “Pepe” Mujica, y ese séquito se reduce al gobierno (con su formidable campaña mediática que aboga por la continuidad del FA en el poder), la dirigencia cupular del PIT CNT, medios de comunicación pro-gubernistas, encuestadoras varias (que van y vienen en porcentajes que hablan de variabilidad susceptible de ser observadas empíricamente); en fin, el Uruguay vive una extraña campaña electoral, donde una pesada maquinaria gubernista (apoya a su partido) pretende aniquilar al adversario político, desde la denostación y el agravio. Dejando de lado, las propuestas y el programa de gobierno, que por cierto, sólo se reduce al programa de principios votado en el último congreso del Frente Amplio, ungido por comunistas y tupamaros. Nada se recoge respecto del ideario astorista.
Así es, Uruguay podrá tener su primer presidente convertido en santo, sí la ciudadanía unge con su voto, al Senador (ex guerrillero) José Mujica Cordano. Porque, realmente, sí la honestidad es patrimonio exclusivo e inembargable del Frente Amplio, su candidato habrá de decir una cosa siempre, y no, cambiando de parecer una y otra vez. ¿Verdad?
O, no habrán en dicho conglomerado político hincado en la honestidad, actores políticos que fundan organismos públicos con vocación de percepción de riquezas para el Estado (léase Casinos Municipales de Montevideo), y candidatos que, tengan plena confianza de que sólo la honestidad permea en el FA, mientras que la corrupción existe en el resto de los partidos. Sí es así, sí la realidad objetiva pauta eso, es probable que Mujica lidere un gobierno “honesto”; quizá, ya no sea este país el Uruguay que conocimos, es probable que esta porción de suelo sudamericano, sea la nueva tierra santa, gobernada por seres incorruptibles y una trayectoria gubernista tanto como pública, intachable.
¿Acaso con esta actitud se pretende ir hacia el sistema de partido único? ¿Qué hará Mujica con los partidos de la minoría si es presidente? ¿Podrá realmente generar el concurso de todos, para construir a la esperanza nacional tan esquiva? O, tendremos más de lo mismo: mayorías parlamentarias que no pudieron transformar el país, tal como así se prometió en 2004, entes sin contralor de las minorías, sindicatos afines al gobierno, Parlamento Nacional y Organismos de Contralor (Tribunal de Cuentas, Corte Electoral y Tribunal de lo Contencioso Administrativo), desconocidos totalmente en sus potestades republicanas.
¿Qué le pasa al Uruguay para merecer a Mujica Presidente? Esta pregunta me la formulo, con el debido respeto al dirigente político, a sus adherentes y votantes; pero ello no es óbice, para la exposición de su planteo ante el sagrado interés nacional, de un mejor destino a este país; que ha sido la Nación de la Familia y de los Valores, de la Educación y la Dignidad en sus Tradiciones. Hoy. Todo eso, luego de la caótica crisis del 2002, ha sido carcomido por factores sociales, con la complicidad de gobiernos que, por incapacidad o provecho propio, no han instaurado medidas que preserven esas credenciales que enorgullecieron al Uruguay todo.
Por eso, como joven dirigente que, al igual que tantos, no deseo armar mis maletas para abandonar este bendito suelo (como otros tantos de miles, lo han hecho, para no regresar más…), pretendo marchar hacia un rumbo cierto y seguro, de un país de la convivencia, y no el Uruguay de la inseguridad, de un país del trabajo y la producción, y no, el Uruguay de la salarización de la pobreza y de la expoliación de nuestros recursos. Quiero, y por eso estoy en esta visceral vocación en mí –como lo es la actividad política- bregar por el Uruguay de las oportunidades, el país de la esperanza de que, un mejor destino nos espera a todos, sin distingo de color político, ensalzando al Uruguay de la Familia y de los Valores, al país que nuestros abuelos forjaron y hoy, ya lo desconocen. Ahí está, ese es el rumbo por el cual marchamos, y nuestro guía nos tiende una mano no sólo indicando su dirección, sino que, ese guía, nuestro Partido Nacional, nos acompañará, sin dudas, a lo largo de esta caminata que empieza el 25 de octubre.
Dr. Fernando Lúquez Cilintano
Abogado, hijo de trabajadores, 31 años
1 comentario
Mirian -
Me encanto como firmo.
Edila Mirian Aladio(hija y madre de trabajadores)