EL PEZ GRANDE Y EL PEZ CHICO...
“Tercer pescador: Maestro me pregunto cómo vivirán los peces en el mar. Primer Pescador: Pues lo mismo que los hombres en la tierra; los peces grandes se comen a los chicos.” Esto es, parte de un relato, inmortalizado por Pericles, Príncipe de Tiro, el cual goza de plena vigencia, no sólo en la política, sino en cualquier actividad humana donde la ambición sea la moneda corriente.
La ambición, o sed de lograr cosas o alcanzar metas, o es mala in natura, sino cuando estamos frente a excesos de ambición, o los medios para llegar a tal fin no son, ética o moralmente, los apropiados. Algo similar cuando, somos impulsados a aquello que “el fin justifica los medios”, cosa que no necesariamente se ajusta a los cánones del buen proceder. A veces, en algún cruce de caminos, nos encontramos con alguien que predica tal premisa, corre un escalofrío por mi piel; porque quien, esté dispuesto a hacer “lo que sea” con tal de lograr su fin personal, veremos –ciertamente- como en su camino va dejando “trofeos de guerra”, que, generalmente, son víctimas que se antepusieron a su paso, y fueron derribados.
Es claro, que el pez grande se come al chico; reina esa natural ley de la selva, donde los hombres y mujeres dejan de ser tales, para transformarse en caníbales o bestias. Allí, no corren los principios ni los valores, sólo domina la fuerza de Goliat. Pero….toda bestia sólo se vale de su fuerza; mas no, fue tocado por la inteligencia, donde la razón domine sus actos –mucho menos, tendrá en cuenta su corazón.
Sí consultara a algún biólogo, y le preguntara sobre este axioma de que “el pez grande se come al chico”, seguramente que ampliará mi conocimiento -desdramatizando el tratamiento de este tema- diciendo que, también esto es un control biológico de plagas, solución consistente en desarrollar a gran escala de los depredadores suficientes para aniquilar plagas o insectos que producen algún daño. Son esos agentes biológicos que, pretenden “limpiar” a la sociedad de ciertos ácaros que la infectan.
Con todo, siendo partidario de una teoría –que en algún momento he desarrollado- sobre la “ecología social”, en la actividad política existen plaguicidas –que, pueden ser esos principios y valores que nos inmunizan contra el ataque de esos insectos- y, también, conviven esos agentes biológicos, los que “fagocitan” a esos seres menores (de espíritu), corrosivos de la sociedad.
Por tanto, si bien existen los peces grandes que comen a los chicos, para su sola sobrevivencia. Existen los otros, que contribuyen a la limpieza y sanidad de la sociedad.
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