POR LA PAZ: APOYEMOS AL PRESIDENTE
Quien inviste el cargo de la primera magistratura, no debe representar solamente a la fuerza política que le llevó, por imperio de la soberanía popular, a ocupar tan dignísima responsabilidad cívica; por tanto, el Presidente de la República, debe interpretar el clamor de la “comunidad espiritual”, al decir de Wilson; es decir, representar a todos las uruguayas y los uruguayos.
Pues, en lo que respecta al capítulo –no cerrado aún- de los hechos ocurridos en el período de facto, en el que devinieron muertes, torturas y desapariciones forzadas, cuyas víctimas no solamente pertenecieron solamente a la izquierda uruguaya. Para clausurar dicho capítulo, los orientales hemos probado, las más disímiles formas de superar una edad oscura del país.
En 1989, se aprobaron dos leyes –una de ellas sometida a referéndum-, que pretendieron sellar ese fragmento de la historia; luego, 11 años después, el 1º de marzo de 2000, el Dr. Jorge Batlle, ante la Asamblea General, en ocasión de prestar juramento de respetar y hacer respetar la Constitución y la ley, anunció la creación de la Comisión para la paz con el objeto de “sellar definitivamente la paz entre los uruguayos”, auguró en su momento el Presidente Batlle. Siendo uno de los resultados positivos, del trabajo de dicha comisión, fue el dar con el paradero de la hija de María Claudia Irureta Goyena de Gelman.
Es de consignar que, durante el gobierno del Partido Nacional (1990-1995) no hubo una sola denuncia sobre violación de los derechos humanos durante la dictadura.
A partir de la instalación del gobierno de izquierda, el 1º de marzo de 2005, se ha continuado con una misma línea en esta materia, que es, aplicar estrictamente el artículo 4 de la Ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado, investigando aquellos casos previstos en la legislación vigente, llegando a los primeros procesamientos que, ya han sido de notorio conocimiento. También, en este gobierno, se procuró la implementación de una reparación patrimonial desde el ámbito de la seguridad social –por ley 18.033 publicada en el D. O. el 19 de octubre de 2006- a aquellos ciudadanos que no pudieron acceder al trabajo por razones políticas o sindicales entre el 9 de febrero de 1973 y el 28 de febrero de 1985.
Y a partir del 19 de junio de 2007, el Presidente de la República Dr. Tabaré Vázquez, con una visión ampliamente nacionalista, nos convocó a todos desde la Plaza de la Independencia, al pié del monumento en honor al mejor de todos nosotros: el Gral. José Artigas, para proclamar un NUNCA MÁS terrorismo de Estado, pero tampoco a NUNCA MÁS a un terrorismo de guerrilla; porque de lo contrario, persistirá entre nosotros, una visión hemipléjica que seguirá dañando a esta comunidad espiritual que es nuestro bendito país, la República Oriental del Uruguay.
Por tanto, como orgulloso integrante del Partido de la Nación, y como joven dirigente que brega por la promoción de una nueva época en este país, no debo hacer otra cosa que sumar una voz de apoyo al Presidente, en una visión histórica de la paz, donde todos debemos olvidar o ceder algo, para recuperar un horizonte de nación que, aguarda por todos nosotros: aquellos quienes, decidimos no hacer las maletas y dejar este suelo, tanto como aquellos de quienes se requiere el consejo aplomado y circunspecto, velando por un interés superior, a toda cuestión político-partidaria, que es la Paz en un país donde la historia lo ha condenado a vivir en ella, y que, solamente algún vocinglero aún insta a no olvidar, quizá inspirado en alguna ideología pretérita del mundo “pre-muro de Berlín”.
Es que, parece dividirnos a los orientales un muro virtual, donde las víctimas se encuentran solamente en un bando, y los victimarios son los otros; y por tanto, hay que aniquilarlos. No nos distraigamos más en esos productos del resabio de la historia reciente, por cierto, no deseada ni buscada por la gran mayoría de los uruguayos. Concentremos sí, nuestras fuerzas, en combatir malos sociales que aún el Uruguay vive, a pesar del cambio: la pobreza y la marginación, la pérdida de valores intrínsecos a nuestra sociedad, etc.-
Una vez más, el Frente Amplio le da la espalda al presidente. Dicha fuerza política, parece no estar dispuesta a suscribir un perdón, emergente éste, de la necesidad nacional de sellar una etapa, definitivamente. Quizá, no le sirva a ciertos intereses seculares de determinados actores políticos o sindicales, porque pueden desvestir su discurso atrabiliario, desnudando a seres minúsculos, incapaces de afrontar una empresa donde los intereses nacionales sean superiores a otros.
0 comentarios